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Vivienda unifamiliar aislada / RAL Architectes

El edificio se asienta en una urbanización que se encuentra a un escaso kilómetro de la línea de mar en la localidad de Castelldefels, muy cerca de la ciudad de Barcelona. Castelldefels se asienta en una gran duna de arena pegada al mar frecuentada todo el año por visitantes ávidos […]

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El edificio se asienta en una urbanización que se encuentra a un escaso kilómetro de la línea de mar en la localidad de Castelldefels, muy cerca de la ciudad de Barcelona. Castelldefels se asienta en una gran duna de arena pegada al mar frecuentada todo el año por visitantes ávidos de sol y playa.


El planeamiento urbanístico del entorno inmediato prevé unas densidades algo mayores de las deseadas con lo cual las relaciones entre casas adyacentes e incluso con la línea edificada frontal devienen algo incómodas, sobretodo en contraste con el aparente y supuesto aislamiento que confiere la presencia de un espacio exterior propio.


A esta parcela en concreto le ocurría otro pequeño tropiezo de cinco plantas de altura en forma de bloque de viviendas plurifamiliar en la parte noreste, aunque una hilera de viejos chopos se encargarían de lidiar con este tema. Entender el lugar más allá de las vallas perimetrales no era complicado así como tampoco el qué debía conseguirse. Habría que ver el cómo.




La proporción y dimensiones de la parcela, asumidamente urbana pese a los cantos de sirena de los trocitos de césped colindantes, contrastada con la demanda programática, obligaba a una primera disposición volumétrica donde básicamente se establecían un testero y una larga fachada paralela a la calle, ambas con orientación de componente sur, por donde pasarían prácticamente todas las relaciones que el edificio establecería con su entorno más allá de sus propios límites. Se empieza a trabajar en esta especie de parapeto y ver cómo éste podía lidiar con el exterior más allá del grueso específico al que se encomiendan las funciones vinculadas a los requerimientos básicos de aislamiento.

Se decide envolver la casa con una retícula de piezas de gran formato. Este envoltorio de perímetro no es coincidente con las aberturas, que encuentran su lugar cambiando de plano.

Otra de las formas de que los huecos encuentren su lugar es mediante la formación de patios o terrazas, apareciendo como volúmenes sustraídos introduciendo de alguna forma la idea de “fortaleza”.


A medida que la casa se acerca a la parte del solar con las mejores condiciones de asoleo se va desarbolando el envoltorio de perímetro, se conforma una especie de celosía de doble escala donde algunas piezas son desestimadas y otras son propiamente las de filtro. Aparece también un voladizo respetable, sin ningún tipo de voluntad dramática, que se encarga de albergar el porche vinculado a la sala de estar y a la piscina, la percepción del cual cambiará en función de la usabilidad de las piezas de celosía móviles. Estos movimientos modificaran a su vez las condiciones de volumetría y tectonicidad.


De esta forma, me gusta pensar que si la casa encuentra su lugar en el vecindario, será en parte gracias a recoger la contradictoriedad del lugar. Puede ser que un edificio sin una expresión formal clara sea también algo contradictorio.


Los relatos de hechos consumados muchas veces se empiezan a escribir desde el final, pues también en arquitectura, lo que eran intuiciones devienen realidades habiendo pasado por procesos que tienen que ver con la cultura o decisiones inicialmente encargadas de abordar verdaderamente el problema, adoptan papeles meramente secundarios limitándose a un plano físico.


Hablábamos de los viejos chopos en la fachada posterior. Son árboles de una altura respetable y de hoja caduca que en primavera y verano devienen muy poblados. Estas hojas reciben la radiación solar desde primera hora de la mañana hasta poco antes del mediodía. Cuando los rayos de luz atraviesan las primeras hojas que se interponen en su camino, éstas proyectan una sombra plana perfectamente definida sobre la fachada posterior, pero a su vez, se comportan como una lente convergente a modo de cámara oscura que genera una nueva proyección de las otras hojas, y así sucesivamente. Se produce una proyección compleja de hojas de diferente resolución donde la hoja es a la vez luz y obstáculo.

En el interior se dispone un espacio que contiene cocina, comedor y sala de estar, así como una habitación de invitados, el lavadero y un pequeño aseo.

La escalera se encuentra muy próxima a la salida al porche y conduce a un “paquete infantil” formado por una sala de juegos desde donde se accede a las dos habitaciones y un baño. Todas estas piezas comunican con el exterior mediante terrazas dentro del volumen edificado.

La habitación principal encima del voladizo está conectada con su baño mediante el doble espacio de la sala de estar. El desdoblamiento de la fachada en este punto posibilita la aparición de terrazas alrededor de toda la habitación.

Constructivamente el edifico se asienta en una losa de hormigón armado a escasos centímetros del nivel freático y será prácticamente el único elemento de la casa manufacturado con procesos húmedos. De esta losa arranca una estructura de acero laminado. Ésta se encarga de los esfuerzos vinculados a la existencia del voladizo, y constituye un primer esqueleto inconexo a falta de la aparición del resto de estructura compuesta por perfiles en “C” de acero galvanizado ensamblados mediante tornillería.
Los cerramientos se conforman también en seco mediante capas, así como la fachada ventilada de paneles compuestos de madera y cemento. El sistema constructivo ha permitido colmatar los trabajos en un tiempo muy reducido.

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