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Museo Ara Pacis / Arquitecto Richard Meier

Richard Meier, un cambio en el perfil arquitectónico de Roma En 2003 se inauguró el nuevo Museo del Ara Pacis Augustae, obra del arquitecto estadounidense Richard Meier, que contribuye al cambio de perfil arquitectónico de Roma. El proyecto se divide en tres sectores principales que modulan el contraste entre la […]

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Richard Meier, un cambio en el perfil arquitectónico de Roma

En 2003 se inauguró el nuevo Museo del Ara Pacis Augustae, obra del arquitecto estadounidense Richard Meier, que contribuye al cambio de perfil arquitectónico de Roma. El proyecto se divide en tres sectores principales que modulan el contraste entre la luz y la sombra. Luego de una escalinata, el primer sector es una galería asimétrica y cerrada a la luz natural, que tiene la doble función de introducir la visita al monumento y de apantallar el altar desde el sur.

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Ara Pacis Augustae

Al atravesar esta zona de penumbra se accede al simétrico pabellón central que alberga el Ara Pacis. Allí, la luz natural se filtra a través de 1.550 m2 de cristal templado en piezas de hasta 3 x 5 m.

Implantación

Implantación

Planta 1

Planta 1

Planta2

Planta 2

Corte

Corte transversal

Vista

Vista lateral Este

Ara-PacisEn un tercer sector se encuentran espacios dedicados a exposiciones temporarias, temas arqueológicos y un auditorio de dos plantas, por encima del cual se sitúa una terraza al aire libre que funciona como un eje central de la circulación del museo e incluye un bar con vistas al Mausoleo de Augusto, hacia el este, y al río Tíber hacia el oeste.

Para lograr la integración con el contexto urbano, los materiales elegidos para la construcción del Museo fueron cristal, hormigón y mármol Travertino procedente de las mismas canteras de donde se extrajo el mármol para la realización de la Piazza Augusto Imperatore.

Pese al énfasis puesto en la continuidad con el exterior, el museo no pierde de vista el objetivo principal: proteger al altar de la contaminación atmosférica que sufre Roma.

Ara Pacis

Ph: Florangel Rodríguez

Por este motivo, el Museo Ara Pacis cumple con los más modernos criterios de conservación. El vidrio templado que encierra el Altar se compone de dos capas de 12 mm cada una, separadas por espacio rellenado con gas argón y compuesto de una capa de iones de metal noble para filtrar los rayos de luz. Gracias a esta tecnología se logra una óptima relación entre lo estético, la transparencia, el aislamiento térmico-acústico y el filtrado de luz.

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Para el microclima interior un complejo equipo de aire acondicionado reacciona en tiempo breve a toda causa que pueda perturbar las condiciones térmicas y/o de humedad. Además, una cortina de aire sobre los ventanales impide la condensación del aire y estabiliza la temperatura, mientras que una gruesa capa de poliestireno bajo el pavimento permite que fluya agua templada, caliente o fría, para crear las condiciones climáticas ideales. La iluminación interior y exterior se basa en reflectores con accesorios antideslumbramiento, filtros para subrayar colores y lentes que definen y modulan la distribución del haz luminoso.

La historia del Ara Pacis Augustae

Entre los años 13 a.C y 9 a.C se alzó, en el Campo de Marte de Roma, el Ara Pacis, “Altar de la Paz” en latín, con el objetivo de conmemorar las victorias del Emperador Augusto en Hispania y Galia y la paz impuesta a su regreso.

El monumento, hecho en mármol de Carrara, consiste en una planta rectangular, no cubierta, con dimensiones de 11,65 x 10,62 x 4,60 metros. Dispone de una puerta orientada al este, precedida por unas escalinatas, y otra puerta posterior, orientada al oeste. En el centro, y sobre un pedestal escalonado, se encuentra el altar. En el interior, un friso con gravados de guirnaldas y bucráneos decora la parte superior de las paredes, mientras que en el exterior los zócalos están recubiertos de roleos de acanto. Los frisos exteriores tienen distinta decoración según su ubicación, flanqueando las puertas cuatro alegorías, y en los muros laterales dos procesiones.

Vista lateral

Vista lateral del Museo desde el río Tiber. Al fondo se observa la Chiesa di San Rocco.

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Tanto la transformación urbanística sufrida por el sitio, como el lodo que el rio Tíber arrastraba con cada crecida, condujeron a la desaparición de este monumento. En el siglo XVI se emprendió un trabajo de recuperación que duraría cuatrocientos años y que consistió en numerosas excavaciones. Finalmente, en 1938 fue trasladado a la Piazza Augusto Imperatore por orden de Benito Mussolini, a orillas del río Tíber. Se trató de una campaña del gobierno fascista para recuperar el legado romano y apropiarse de los símbolos imperiales como vehículo de reafirmación nacional.

El pabellón que, en ese entonces, contenía al Ara Pacis, fue construido en hormigón y pórdido falso, junto al Mausoleo de Augusto. Durante la guerra, se quitaron las vidrieras y se protegió el monumento con sacos de gravilla, además de la construcción de un muro antiproyectiles. En 1950 ese muro fue quitado y para 1970 se colocó un nuevo acristalamiento. En 1990 se iniciaron las reparaciones del Ara Pacis en el marco de un notable deterioro por el cambio climático. Comenzaba a surgir la idea de la construcción de un museo que contara con los más altos criterios de conservación.

Esta producción fotográfica fue realizada por Eugenio Valentini durante el mes de octubre de 2015 en la ciudad de Roma.

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